MORTON
KATE
NÚMERO 1 EN TODO EL MUNDO
#lahijadelrelojero
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Kate Morton es autora de cinco novelas. Todas ellas han llegado a lo más alto de las listas de ventas de The New York Times y The Sunday Times y han alcanzado los primeros puestos de los libros más vendidos en todo el mundo. Su debut literario, La casa de Riverton, es una de las primeras novelas más exitosas en la historia del Reino Unido. Sus libros se publican en 42 países y en 34 idiomas.
Ha vendido más de diez millones de ejemplares de sus novelas en todo el mundo y sus ventas en España sobrepasan el millón y medio de ejemplares, siendo su mayor éxito es El jardín olvidado.
"Comencé a escribir porque quise recuperar la alegría que sentía al leer de niña. En cuanto descubrí que esas marcas negras sobre las páginas eran umbrales y que yo tenía el poder de cruzarlos (y de entrar en un armario y salir a otro mundo) siempre que quisiera, me enganché. Leí todo lo que caía en mis manos y era fácil encontrarme escondida en la rama de uno de los árboles de aguacates que había en nuestro jardín, con un libro en la mano. Sigo persiguiendo esa sensación de inmersión completa, ante la que el mundo entero se desvanece. Ser escritora tiene sus altibajos, pero, cuando un mundo ficticio comienza a cobrar vida y a respirar, no hay nada igual".
Kate nació en un diminuto pueblo al sur de Australia y se mudó muchas veces junto a su familia antes de establecerse en Tamborine Mountain, donde asistió a una pequeña escuela rural. Pasó gran parte de su infancia inventando juegos imaginarios que ponía en práctica junto a sus hermanas.
Cuando terminó sus estudios, Kate pensó durante un tiempo que su futuro estaba en el teatro. Obtuvo una licenciatura en Artes Escénicas en el londinense Trinity College y completó un curso de verano sobre Shakespeare en la Real Academia de Arte Dramático. Continuó actuando en producciones colectivas mientras terminaba su máster en Literatura Inglesa, hasta que comprendió que, más que actuar, lo que le entusiasmaba eran las palabras y narrar historias.
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"De niña los libros se convirtieron en mi gran amor y creo que leer es ser libre, es vivir mil vidas en una, que la ficción es una conversación mágica entre dos personas —tú y yo—que permite a nuestras mentes encontrarse a través del tiempo y el espacio.
Mis libros tratan de secretos y de cómo obsesionan a quienes los guardan, del pasar del tiempo, de cómo se entrelazan presente y pasado, de los enredos de familia, de la historia, los misterios y la memoria.
Entre mis cosas favoritas están las buhardillas polvorientas, las cartas perdidas, las telas hechas jirones, los jardines cerrados, el papel ajado, las fotografías sepia, las puertas que dicen "No entrar", los ladrillos viejos, los adornos de hierro forjado, los cuentos de hadas y el teatro.
Me encantan los libros que recrean un mundo que me rodea y dan vida a los personajes y su entorno, de tal modo que el mundo real desaparece y lo único que importa, desde que empieza hasta que acaba la historia, es pasar otra página".
"Mi madre era anticuaria y me inculcó su fascinación por los objetos del pasado. Me recuerdo recorriendo su tienda, cogiendo pequeñas cajas de metal oxidadas y viejas cucharas, sosteniéndolas en las manos y preguntándome cómo habrían sido sus vidas antes de llegar hasta nosotras. Durante las vacaciones de verano íbamos en coche desde Tamborine a Brisbane para visitar a mi abuela y ese viaje de una hora a menudo duraba tres, pues mi madre se paraba en todas sus tiendas de segunda mano «favoritas» en busca de un tesoro. Por fortuna, sabía que siempre me esperaba un rincón oscuro en la parte trasera de la tienda, donde se amontonaban los libros viejos de cualquier manera y donde sabía que iba a encontrar un título nuevo o viejo de Enid Blyton que añadir a mi colección".
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"Tengo una obsesión con las casas, tanto reales como imaginarias. No sé si es porque me mudé con tanta frecuencia de niña, pero, desde que me alcanza la memoria, siempre he sido consciente de que las casas almacenan recuerdos. Me encantan los aspectos físicos —las chimeneas, las buhardillas y sus ventanas, las azoteas de líneas torcidas, los tejados inusuales— y también el papel de la casa como ese edificio en el que los humanos vivimos nuestras vidas. La primera casa en la que recuerdo vivir con claridad estaba en la montaña y la llamábamos la Casa Negra. La rodeaba la selva y el día que llegamos las nubes se deslizaban por las ventanas abiertas. A lo lejos, más allá de los árboles, se veían las aristas de otra casa y mis hermanas y yo estábamos convencidas de que era una casa encantada".
"Me encanta leer a los niños y todavía no he conocido a uno niño al que no le guste que le cuenten un cuento. Tengo tres hijos y les he leído a los tres, y también a sus compañeros de clase, a lo largo de los años. Hay algo esencial en transmitir una historia a la que se tiene cariño y ver la misma expresión embelesada en sus rostros; me hace recordar lo que sentí la primera vez que seguí al conejo blanco. Me encantan los libros ilustrados y también la emoción de participar en la lectura de las primeras novelas, cuando los niños comprenden que la imaginación les permite crear mundos en su mente."
"Estudié teatro cuando era niña, gracias a una maravillosa pareja que vivía cerca de mí en la montaña. Él era galés y ella inglesa y, aunque nos separaban muchas décadas, se convirtieron en grandes amigos míos y despertaron en mí el amor por el teatro y las historias. Aun hoy hay pocas cosas que me apasionan más que ese momento de expectación, cuando se apagan las luces y el público contiene al unísono el aliento".
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